El
primer registro de una máquina de vapor nos lleva hasta Egipto, Heron de
Alejandría poseía un manuscrito en donde la mencionaba, pero la máquina de
vapor no era la única, los artefactos que se describían allí no se saben con
certeza si fueron confeccionados por el mismo Herón; en realidad nada en el
texto señala quien pudo ser el artífice de los dispositivos que allí se
describían.
La
primer máquina de vapor fue inventada por Eduard Somerst en 1663, a partir de
el modelo de Somerset se llevo a cabo la construcción de un modelo denominado
Vauxhall en 1665 en Londres, este proyecto tenía como propósito elevar el agua
de los pisos superiores de la construcción.
De
todas maneras Somerset no pudo recaudar los capitales suficientes para vender o
producir su máquina lo que lo llevó a morir en la pobreza. Por esto,
probablemente, el hecho de que su invención fue atribuido a Thomas Savery,
sobre esta máquina a vapor obtuvo una patente en 1668. La máquina de Savery se
introdujo en las minas inglesas de forma muy limitada, esto se debió a las
grandes riesgos de explosión que existían por un incontrolado incremento de la
presión en la máquina.
Un
relato anónimo afirma que si las máquinas de vapor no se utilizaban
correctamente podrían causar hasta la muerte; este relato hacía referencia a un
trabajado que por añadir una válvula de seguridad confeccionada dos años antes
para trabajar más deprisa y obtener más vapor, provocó una explosión debido a
que el vapor no puedo levantar el contrapeso ejercido y se acumuló en el
interior de la caldera. Este incidente acabó con la vida de este pobre hombre.
Lo mismo puede ocurrir hoy en día si no se utiliza la máquina de vapor con
responsabilidad y de forma adecuada; las grandes instalaciones son complejas y
por ende necesitamos que nos guíen, al menos, cuando las utilizamos por primera
vez.
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